lunes, 11 de junio de 2007

MURIO

-¡No se en que momento, pero la inspiración ha muerto!- gritaba con locura el absorto escritor, mientras con sus manos rudas, cansadas de sostener la pluma, de crear poesía, de verter su esencia en cada historia, de dar un trozo de su ser a cada personaje nacido de la punta de su creativo bolígrafo azul, arrojaban al suelo violentamente hojas blancas que estaban en su escritorio regadas.

Las hojas cayeron suavemente, guiadas por el viento calmado que rodeaba la habitación del escritor. Solo una hoja marcaba la impaciencia de esté, entre borrones indescifrables de letras muertas. “El polvo de s..” se podía leer con mucha detenimiento e imaginación en una de las líneas sobrescritas con letras luchando por poder ser leídas.

Amor, chaval, quimera, locura, suave, negro, pase. Las palabras hablaba pero nadie las escuchaba, ni siquiera el escritor, que melancólico miraba a todos los rincones de aquella su habitación, buscando un soplo de existencia de lo que algún día fue su querida inspiración.

Dio cuenta del ultimo trozo del cigarro que descansaba en su tintero, y arrojo la colilla hasta donde su manos cansadas le permitieron. Miro absorto la hoja que caía burlándose de su momento de bloqueo.

No dijo más. Tomo su encendedor y lo encendió con la esperanza de obtener la cura de sus males con los humos del tabaco. Otro cigarro salió de su bolsillo de la camisa con la esperaza de otra tarde muerte.

Miro las hojas blancas en el suelo triste, cubriendo el polvo los días de la limpieza que creía hacer. Tomo con cariño la hoja que guardaba entre borrones los secretos de su creatividad y sentido, y tomándola de una de las esquinas, le prendido fuego con la llama del encendedor que le daría la inspiración.

-¡La inspiración ha muerto!- gritaba él. Mientras la hoja se consumía en cenizas y desesperanza. El humo del papel, se mezcló con él del cigarro que descansaba entre los labios del escritor, y llegó hasta un rincón del cuarto que el escritor jamás vio.

Una voz a la espalda del poeta le dijo, -No he muerto, tonto, tu estas ciego-

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