jueves, 25 de octubre de 2007

Muere ahora, amor.
Cae sobre tus deseos enfermos,
desgracia mía fija,
Malditos ángeles huidos tuyos,
que no nacen,
Con un baño fino de paciencia,
que no tienes.
Suave piel, limpia con sudor y oro.
Malditos placeres.
Duros cúmulos en tu pecho negro,
fríos, huidos,
Nunca fueron tuyos o míos siquiera
solo de nadie,
de los fantasmas con plata maldita.
Lujuria perturbante.
Sendero divulgado entre tus piernas,
sin esmero;
caricias heladas entre tus muslos acres,
tu espalda occisa,
ya su final, no buscan mis dedos,
ni mi boca.
Astillero de jade clandestino.
Posada propia.
Faroles guías de mausoleo,
tu mirada,
No se por que quiero tus ojos,
si te deseó.
Cuando tus bailes entre sabanas mueran,
seré apto para tenerte
cerca de mis codicias lúbricas.
Momia de siempre.
¿Quieres tenerme sin monedas sucias?
¿Con pies fríos?
Conciencia corrompida con delirios.
Ingrato ente.
Bajas al abismo por goces carnales, y
estrellas sin sombra,
Muerden mis entrañas embalsamadas
con tus aguas.
Que caigan tus carnes provocadoras
en el tiempo.
Derrite tus senderos al infierno.
hazlo de nuevo,
grita por el exordio pagado,
ramera griega.
Baila gimiendo, satisfecho pecado,
ojo tuerto,
Y solo sobrevive a mi impulso,
Dama coqueta.

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