lunes, 19 de noviembre de 2007

En la mañana

Tengo una hora para hacer corajes por un zumbido de mala mosca
como si el mundo, dijera Antonio, tuviera cara que le importara
a un mortal que calla moviendo el péndulo del destino escrito y quieto.

Pidiendo en ruegos respuesta tosca,
Con diez segundos empiezo ya el día, con la creencia del primer mensaje
Entonces digo en único ultraje,
Tengo una hora para hacer corajes por un zumbido de mala mosca.

Queriendo solo que el “yo” sanara,
Cuando aquel saludo llega guiado por la ruta de ondas invisibles,
menos tus dedos tan insensibles,
Como si el mundo, dijera Antonio, tuviera cara que le importara.

Y entonces calló y lleno de gozo,
pues la mañana se baña de luz, al no haber caído tentada en mi reto,
eres tu estrella, la que siempre acoso,
a un mortal que calla moviendo el péndulo del destino escrito y quieto.

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